Los carismas, o dones del Espíritu Santo, son bendiciones de Dios para su iglesia que se manifiestan tanto en estos tiempos como en la era apostólica.
Nadie debe dudar de la legitimidad de una profecía, curación divina o don de lenguas que se haga patente por medio de un verdadero cristiano; pero no pueden ofrecer igual confianza estos milagros si esa persona, aun cuando haga alarde de poseer los dones espirituales, permanece transgresando la eterna Ley de Dios, que se encuentra resumida en Los Diez Mandamientos.
“¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios...” 1Cor.6:19.
El tiempo de los milagros no ha pasado; indudablemente el Espíritu de Dios habita y actúa todavía en el cuerpo de los creyentes, pero, Dios no mora en templo sucio. ¡Cuidado con las simulaciones! Probad los espíritus, es un mandato bíblico.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo.” 1Jn.4:1.
Algunas congregaciones están siendo avivadas o «sacudidas» por un espíritu que no es el Espíritu de Dios, pero el hecho de que hayan monedas falsas no debe hacernos dudar del valor de las que son legítimas.
¿Cómo distinguir lo falso de lo verdadero? Examinando el sello con mucho cuidado. Si, el sello que indicó el apóstol Pablo, según su 2da. epístola a Timoteo, donde se lee así:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” 2Tim.2:19.
Ob. B. Luis, New Orleans, Abril de 1985
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